17 de enero (16:01)

 


Hoy hice lasaña. Tenía una pasta sin gluten, de maíz y arroz, que no necesitaba cocción.


Recupero el molde de aluminio, poniendo papel de hornear.

Coloco tres tiras.

Pongo salsa de tomate y champiñones laminados.

Otra capa de tres tiras.

Bechamel de leche de almendra con harina de avena, y crema de leche. Con nuez moscada en polvo.

Encima lentejas de bote y jamón.

Siguiente capa, repito la primera.

La otra, repito la segunda.

En la última quedaban dos láminas.

Cubrí con bechamel y 6 láminas de queso.


Horno a 200 y 30min. Por debajo.

He cubierto el queso con el papel.


Como no he precalentado he añadido 15 min. Para esto he cortado papel.


Un buen día deseé tener un horno pequeño, porque el que hay instalado no lo uso. Para hacer lo que quiero no necesitaba más.

Recordé que mi cuñada les dio a mis padres uno que había usado cuando tenía destino fuera de su ciudad, como profesora.

Mi madre alababa la comodidad.

Cuando no pudo seguir con él pasó al microondas mixto.

Recuerdo que quise hacer unos canelones y tuve que usar el horno principal.

Prefiero tener microondas simple. Para calentar y poco más.


Busqué ese horno en internet y lo vi a buen precio, fui a la tienda, unos grandes almacenes, y los que tenían eran más caros. Lo pagué y esperé que llegara. Lo recogimos.

Ya era nuestro, pero no hicimos nada de lo previsto. No cuadraba.


Ahora ya rinde en lo que toca.


Lo primero que puse fueron cuatro muslos de pollo en una bolsa para ello y unas patatas pequeñas con piel. Salió rico.


Lo siguiente, otro día, pescado. Unos lomos de merluza. Cinco. Los que había en bolsa cerrada en el congelador. Puse la bolsa en agua para que descongelaran.


En un molde de aluminio puse papel de hornear. Una base de cebolla, patatas cortadas a lo ancho y lo puse al horno. Cubrí con el mismo papel y puse cuatro manzanas.


Ese día no conseguía lo que quería. De esa situación concluí que es mejor ponerlo por debajo y a 200.


Al fin pude añadir el pescado. Salió rico.

Demasiado tiempo. Puede ser que le puse mucha patata. No me arrepiento. Nos la comimos toda.


Saqué las manzanas a medio cocer y las volví a poner mientras comíamos. Tuvimos postre de manzana asada dos días.


El domingo me puse con quiché. Perfecto.


Ahora caigo en la cuenta de que antes de todos estos horneados hice una especie de dobladillo con el queso dentro de la masa quebrada. Salió rico. Fueron dos meriendas. Quería probar el horno. Lo hice porque ese queso rallado podía caducar, ya que a punto de caducar había congelado la masa. Dos raciones que van juntas, y que había comprado pensando hacer quiché.


No lo hice porque no me sentí motivada cuando lo planifiqué.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Llegir mou el pensament

Evocando a mis vecinos del tiempo infantil

De rodillas