Escribí hace más de siete días.

 Mi madre vivió más años gracias a la intervención y tratamiento.

Mis abuelos no llegaron a los ochenta. Mi madre pasó de ellos.

Su vida tuvo limitaciones, pero la disfrutó.

De un infarto coronario no hubiera salido. De un ictus, tampoco.

En esas condiciones se le practicó una histerectomía, que también superó.

Sus pastillas en pastilleros de días. Muchas veces se las organicé.

Papá también, aunque él no pasó esos procesos. Lo suyo fue en testiculos y vejiga. Eso le supuso una ansiedad que se tuvo que tratar.

La primera intervención en el 2000. Se sintió castrado. Decía que era medio hombre. Mi madre lo agradeció. Su débito conyugal. Lamentable. Ella lo quería por encima de todo y de todos, pero no disfrutaba en ese momento. No sé en otro tiempo. Esas intimidades nunca las hablamos.

Papá fue enterrado el día que hubiéramos celebrado su noventa y un aniversario.

Este año cumpliría noventa y nueve. El próximo su centenario.

Yo el próximo setenta, si llego.

Reflexiono al respecto porque estoy tomando medicación para el colesterol. Mi colesterol estaba disparado.

He visto algunos vídeos que hablan negativamente de esta medicación. Estoy en esas. Si no lo tomo me arriesgo a caer en un problema mayor. Si lo tomo las consecuencias que me vaticinan no son nada halagüeñas.


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