Casa Biesa. Tardienta

 Casa Biesa

Esa era la casa de mis abuelos de Tardienta. En la calle El Sol.

Iba de una casa a otra. De la de los abuelos a la de mis tíos en Barrio Nuevo.

Ayer quise ver el recorrido.

De niña solía parar a medio camino para jugar con una prima hija de la prima de mamá.

Cogíamos moras de unos árboles. Unas blancas y otras negras. Su sabor era suave.

Jugábamos con otras niñas.

En casa de mis tíos, el abuelo Félix, padre del marido de hermana de mi madre, me trataba con cariño. Solía prepararme unas patatas en el horno de la cocina doméstica, porque sabía que me gustaban mucho. Siguen gustándome. Las suelo hervir con piel.

Fue una infancia muy dulce.

Mi abuela Carmen era muy recta, pero su nuera, mi tía Emilia me trataba con mucho cariño. Me preparaba un huevo frito con puntillas para el desayuno. Lo tomaba en la cadiera, que tenía una mesa que se bajaba, sobre él mismo asiento, para ese fin.

Recuerdo el hogar, una tinaja grande con agua, la ventana delante del fregadero.

Mi madre decía que tuvo que acarrear agua durante tiempo.

La cocina se reformó, pero todavía la puedo recordar.

Había un comedor. En él una fotografía en la que estaba la bisabuela. Otra de mamá embarazada con su madre y hermano, el que quedó en la casa familiar. El mayor de mi abuela.

Tengo recuerdos de ese espacio.

Arriba, subiendo dos tramos de escalera las habitaciones.

De la calle se accedía a un patio. Se atravesaba una cuadra y se llegaba al corral.

La huerta estaba delante del cementerio.

Recuerdo los tomates rosa, lo que hoy se dicen de Barbastro. Eran embotellados. A finales del verano abundaban.

Subiendo por una escalera a la cocina, una alcoba.

Abajo bodega y cuba de pisar uva. Producían su vino.

También recuerdo ir al horno con mi tía Emilia.



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