Pausas

 


Cuando alguien te pide algo, sus cálculos le dicen que no te vas a negar.

Si pediste y te lo denegaron, tus cálculos fallaron.


Hace tiempo mi prima, la mayor, me dijo que “quien no viene a mi casa, de la suya me echa”.

Han pasado años y lo he ido comprobando.


Las disculpas no bastan.

¿Quién repara la acción?


Pozo.

Caer sin remedio.

Perder luz sobre la cabeza.

No hacer pie.

Desesperar.

Seguir cayendo.

Alguna vez me vi en él.


Un sueño.

Una pared cortando el camino.

Huyendo.

Angustia. 

Era una niña.

Un sueño que se repetía.


Quemé aquellos escritos.

Aún así, los que siguen en pie me son ajenos.

Sé que salieron de mí porque están allí.

La mente va haciendo mudanzas y desechando todo lo que queda arrinconado.

Hay recuerdos renovados.

De vez en cuando les echo una ojeada.

Lo que hago es tirarle con el ojo como si de un tirachinas se tratara.

No recuerdo su potencia. Ya no me hablan. Yo que fui quien los sufrí he perdido el gusto y me saben sin sabores ni olores. No me dicen nada. Sólo que estuve allí y mi momento pasó. Ahora estoy aquí. No puedo seguir perdiéndolo.


Junio se acaba. 

Se va y me trae mi nuevo cumpleaños la próxima semana.

Siempre lo anunciaba.

Lo anuncio ahora.

No puedo retener el tiempo.

Sólo me creo testigo.

Mi mente observa mi pensamiento y encuentra palabras para anotarlas.


Hay normas. Las debo tener interiorizadas. 

Todo lo necesario se puede perder. Basta que este cuerpo físico falle. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Llegir mou el pensament

Evocando a mis vecinos del tiempo infantil

De rodillas