Rastro

 11 de julio

Cuando escribes, no piensas que personas que ni conoces, ni te conocen, ni conocerás leen o leerán.

Desde que abrí paso a las pantallas y voy dejando esa huella en un mundo de multitudes, nunca pienso en que se leerá e interpretará.

El texto nace de un pulso y se abre paso a miradas que lo van a interpretar.

Cuando releo, lo propio o ajeno mis asociaciones mentales son diferentes. No soy aquella que leyó o escribió. He salido de muchas mudas de piel.

Acumular no sirve. Basta lo imprescindible. 

No sé que futuro le espera a lo que he ido compartiendo.

No estaré allí para verlo.

Todo lo que quedé tras de mí puede pasar a interpretaciones fuera de mi control.

Lo mismo que puedo acabar en ceniza u otra cosa, aquello que he acumulado sumará un lastre para quienes se hagan cargo.

Lo material se puede conservar o convertir. Quienes lo puedan gestionar decidirán.

Voces en medio de un tiempo y espacio se acumulan a diario.

Nuestros aportes en lo virtual tienen una localización real. Allí pueden borrarlos sin más. 

Es su negocio. Si deja de serlo reducirán.

Hubo alojamientos de mis blogs que ya no están.

Antes hacía copias de seguridad.

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