Lutos / Muertes

 29 de septiembre 


Conocí el luto. Mi abuelo Francisco murió en febrero, cuando yo no había hecho los cinco que haría en julio.

En mayo se casaba la segunda de sus hijas, en Barcelona, con un catalán. En esa boda, mi abuela de luto. Incluso con un velo negro sobre la cabeza. Mamá muy delgada y demacrada, también de negro, con mi hermano y conmigo. Papá no podía. Las vacas requerían su presencia.

Limpieza de la rasa, dos veces al día. Ordeño. Cama de paja. Todos y cada uno de los días del año.

Tengo recuerdos del abuelo. Los tengo.

Febrero también se llevó a la abuela. Entonces, yo tenía catorce.

A mi madre una madrugada del dos del mismo mes.

Febrero es un mes trágico para nosotros. Más frío que enero. 

Yo no me puse luto. Lo significativo de entonces es que no llevo pendientes. Los últimos cuando mamá estuvo hospitalizado. Los compré a finales de diciembre para darle el gusto.

Su madre tenía un dicho. Una mujer sin pendientes, como un aparador sin fuentes.

Estaba leyendo y he recordado esos lutos que en no muchos años se han dejado de lado.

Salimos de un tiempo oscuro.

Nos quieren meter de nuevo. La mujer con la pata quebrada, en casa.

Tengo setenta años.

Mi padre pasó los noventa. Le enterramos el día de su noventa un cumpleaños.

No quiero envejecer tanto, y no valerme.

Que mi muerte no llegué atravesando ese trago.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Llegir mou el pensament

Evocando a mis vecinos del tiempo infantil

De rodillas