Sin condiciones

 


Que alguien se alegre con tu presencia es lo más importante.

Pasados estos años de duelo, y mirando atrás, estoy pensando en esa pérdida emocional. 

Nadie más lo ofrecerá.

Mi madre, mi padre,…

Mi relación con la vida no es la misma.

Me sabía querida.

Estar con ellos, en sus últimos años era retroalimentación.

Cada día, desde la distancia, cuando salía del trabajo hablaba con mamá. Papá solía no estar. Él salía a hacer sociedad, según él decía. Leer la prensa en casa, pero no sólo el periódico que compraba por la mañana, y mi hermano o yo le fuimos llevando al hospital hasta su último día, un domingo de septiembre, leía en el centro social otros. Jugaba al guiñote, juego que mantuvimos con él, en el hospital.

Por la noche, cada día les llamaba y nos dábamos las buenas noches.

En esa época mantuve el móvil sin cerrar la conexión en ningún momento.

Tenía que estar si mi hermano me llamaba por alguna incidencia. Eso desde la noche en que mi familia tuvo que llamar a mi compañera, que entonces estaba cuidando de su madre, porque tenía la línea ocupada bajando un programa de edición de imagen y mi móvil estaba apagado, como solía al estar en casa.


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