Libros
Era en los setenta.
Empezaba a no dar explicaciones en casa, porque ya no estaba en casa.
Casa estaba en Huesca y yo en Barcelona.
Trabajaba.
Elegí la ciudad.
Mi origen no me bastaba.
Leer.
Ir al cine y al teatro.
No andar saludando a todo el mundo por la calle, porque era como un pueblo, sin sus ventajas.
Entonces un libro. El que leía. Casi siempre prestado.
Incluso andando lo iba transitando.
En el transporte público.
En un bar o cafetería.
No lo exhibiría.
Entonces forrarlo incluso con papel de periódico par no manosearlo demasiado.
Recuerdo uno de los que dejé yo, que cuando volvió a mis manos estaba tan desgastado que parecía venir de vete a saber dónde. Incluso con manchas y arrugas.
Creo que por él nunca más dejé otros.
Preferí regalarlos. Desprenderme de ellos para evitar verlos zarandeados.
Comentarios
Publicar un comentario