Mudanzas

 Mudanzas

Cambios de mundos posibles.

La primera no fue cosa mía. De la que fue casa hasta mis dieciséis a un piso. Decía que no me adaptaría, pero me adapté.

Volvía a ver lo que en ella dejé.

No recordaría, aunque lo intentara, el momento en que de verdad la dejé. La abandoné.

La segunda mudanza ir de Huesca a Barcelona con un equipaje mínimo. En una bolsa bolso que había servido para llevar libros y cuadernos en tiempo de estudios universitarios.

De esa fueron goteando en los viajes de ida y vuelta algunas cosas más.

Qué poco necesité.

Los libros pasaban de mano en mano. Nos los dejábamos. Los míos quedaban en el piso, con muchas de mis cosas. En un mueble que aún estaba allí con ellos cuando estuve por última vez.

En el piso conservaba mis recuerdos. Mi habitación fue mía hasta que se la cedí a la mujer que se ocupaba de atender a mis padres, cuando ya no pudieron asumir todas sus necesidades.

Perdí mi armario y mis cajones. Ya no quedaba mucho. Era lo imprescindible para poder ir y venir desde Barcelona a Huesca, sin demasiado equipaje.

En los primeros años de Barcelona, del 76 al 82 mis mudanzas eran asumibles. Usaba un carro de compra con ruedas. Con pocos viajes. 

Cuando en Enero, con el mantra de año nuevo vida mueve, me mudé, mis cosas cargaron una furgoneta que contraté.

De aquella iba mi primera mesa. Los libros que tenía quedaron encima.

Progresivamente mi carga fue creciendo, y el día que la mudanza me puso en movimiento fue necesario un camión de mudanzas. 

Cajas y cajas de libros. Estanterías y pocos muebles.

Fue un cambio transitorio.

El siguiente a goteo en viajes que parecían no terminar.

Allí fueron quedando los libros en un orden que no consigo enderezar. Fue en el dos mil.

Actualmente en dos territorios distintos. El de allá sigue allí. El de aquí me ha movido en nueve años por varios cambios.

Del primero breve al siguiente. Hubo cargas que arrastramos en viajes desde Barcelona.

En enero de este año mudanza al cuarto habitáculo que ocupamos.

Aunque leo de préstamo digital no puedo evitar comprar otros libros. En esta mudanzas llegaron dentro de un carro de compra que adquirimos en Huesca el periodo último. Allí alquilé vivienda. Era complejo estar en casa con papá y la mujer que lo atendió. 

No bastó un primer sitio. Algo en él no se ajustaba a mi acomodo y cambié. De lo acumulado allí una amiga ayudó a llevarlo de vuelta a casa.

Casa mía que ahora está abandonada. Cuidada, pero sin mí.

Un desapego vital es el resultado de tanto mudar.


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