El monstruo

 


El monstruo puedes ser tú.

Basta la circunstancia.

Tu esencia no es nada.

La presión o la holgura.

Lo que la vida te ofrece o te niega.

La respuesta y la mirada.

La rabia busca salidas.

Autodestructivas y de furia.

La presión persistente te empuja.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Llegir mou el pensament

Ens cal fer sense poder valorar pros i contres.  Dubtem, però no sabem que serà encertat. El silenci sorollós al pensament, escalfa i crema. Si diem no, podem ferir i amb la ferida perdre. Volem un món planer, però no és gens fàcil.  Fer equilibris per no decebre i mantenir un criteri i preuat de nosaltres mateixos. Vaig escolta a una entrevista la Maria Barbal. Ahir, esperant que es fes la impressió del text de un dels meus escrits, a la llibreria, vaig veure el llibre recent publicat per ella. Allí mateix vaig començar la lectura. Ho he tornat a obrir pel bon començament. 
Leer más

Evocando a mis vecinos del tiempo infantil

 Melero Los Melero eran nuestros vecinos amigos. El abuelo se solía sentar en nuestro banco a la caricia del sol del invierno con un libro de vaqueros. Jesús, su nieto, y yo jugábamos en su casa. Había otros vecinos. Niñas y niños. La única que tenía esa proximidad era yo. Su madre, Alejandra, decía que para ella era una hija. Delante de la entrada de su casa transcurría la acequia con una higuera a la que me subía. Entrábamos y por la derecha, tras atravesar un espacio diáfano, donde se guardaban apeos y otras cosas, accedíamos a la zona de gallinas y conejos en conejeras.  A la izquierda la cocina. Delante al huerto con frutales y tras una pequeña puerta al Isuela, nuestro río. El niño era menor que yo. Hace mucho que no sé de él. Nos encontramos una vez. Muy alto y delgado. Empiezo a leer a William Faulkner y me transporto a ese mundo que viví. Añadiré que en ese espacio diáfano, paralelo a los tres dormitorios seguidos uno de otro hasta la cocina, abrieron alguna vez un ba...
Leer más

De rodillas

 De rodillas Me arrodillaba en la iglesia. La última vez, en el entierro de mi padre. Creo. Igual ya no. Me arrodillaba para fregar el suelo y las escaleras, antes de las fregonas. Mamá pasó por dos operaciones. Una de soltera y la otra siendo yo una niña ya crecida. Dadas sus circunstancias no podía arrodillarse para eso. Se solucionó con un palo que terminaba en una madera gruesa pulida, donde poníamos la bayeta escurrida. Eran los sesenta. Mamá iba a misa los domingos. Allí seguramente seguiría el ritual. Posteriormente dejó de ir y la siguió en la televisión. Hay otra actividad que no cito. Se puede pensar.
Leer más