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Mostrando entradas de marzo, 2024

Pasado, presente y futuro

  Cuando nos vamos, lo hacemos empujando un carro de deseo que no se corresponde con lo cierto y verdadero. A veces nos vamos yendo. Otras, seguimos un impulso hacía un lugar desconocido, pintado en un tapiz plano de irrealidad. Dimos ese paso, sin revisar consecuencias. No sabíamos que era imposible. No se puede estar en uno y otro lado.  Se acaba sin estar en esos espacios. Toca regresar. No puede haber más dilación. Se sabía. Siempre se llega al borde de un precipicio. Las rutinas del día a día intentan ubicarnos en lo previsible. La monotonía las merma. El cúmulo alimenta ansiedad y menoscabo. El tiempo tritura la esperanza. Parece que en la quietud el tiempo pasa sin remedio. Acelerado. Traspasando días, meses y años.

No se vuelve

  Lo pasado, pasado ésta. Mirar atrás no sirve de nada. Es momento de plantearnos ese retorno inevitable. Cuesta soltar. No en vano proyectamos. Los objetos se cargan de recuerdos. Nada permanece. Quisiera quedarme. Quisiera marcharme. La duda perenne.

Domingo de Ramos

 24 de marzo Mamá siempre procuraba que un día como éste estrenara alguna prenda. Muchas veces la que llevaría para vestir a partir de este día. Ella cosía y tejía. Apiazaba, zurcía, recuperaba y reutilizaba. No malgastaba. A todo le encontraba usos varios. Cuidaba con esmero y mantenía el orden. Capacidad que no he cogido de ella. Me muevo en el desorden, que de vez en cuando me toca enderezar y recolocar. En mis recuerdos, la falda, los calcetines blancos, calados, hasta debajo de la rodilla. Zapatos nuevos. Ahora en la impronta unos rojos. Era mi color favorito. Posteriormente mocasines blancos. Zapatos acharolados. Tacón mínimo. De niña a jovencita era mi madre la que tomaba esas decisiones. A decir de mi abuela, “Quien no estrena en domingo de Ramos, no tiene manos.” Hubo unos años de uniforme y participación en la procesión de la ‘burreta’ (entrada de Jesús en el templo, a lomos de una burra). Hay fotos de esa época. Primero con rama de olivo cargada de rosquillas que nos hac...

Padre

  Te salva el amor. En la juventud, sobrados de éxito confundimos lo verdadero. Siempre pensé en mis padres. A papá le salvó compartir la vida con mamá. Sin ella, seguramente no hubiera dado con la persona adecuada. Supo que era ella. Ese fue su acierto. Era un joven al que se lo rifaban. Caía bien. Gustaba. Sin embargo, muy joven, supo ver lo que de verdad vale. Apostó por una unión indisoluble. Puedo decir que en los avatares de su vida, la familia fue el bien mayor. No quiero llenarlo de virtudes. Tenía su carácter. Mamá lo supo llevar. Cuando se le pasaba, hablaba con él. Siempre dijo que el hombre que pegaba a su mujer era un cobarde. Su genio era de los explosivos, pero nunca hizo gesto ninguno que pusiera en duda su pensamiento. En ese tiempo, muchos hombres desahogaban su frustración y su furia con la mujer. Hoy se celebra el día del padre. Como hija tuve que soportar su machismo y autoritarismo. Conforme la vida nos fue dando libertades, mi padre cambió sus actitudes conmi...

Una sola palabra no vale

  Insisto. Persisto. Sostengo. Me enervo. Caigo en el vacío y salgo en un renacimiento distinto. Hago pausa. Me quedo dentro. En mi pensamiento. Dilato y contraigo mi tiempo. Respiro. Sufro. Me agobio. Repongo mi mente. Construyo. Para mí. Para reconstruirme. Para repararme. Para calmarme.

Lecturas y libros

  Mi primer carnet de lectura, de Biblioteca pública.  A mis catorce años. En Huesca. Posteriormente, volví a hacer el trámite. En algún rincón estará, o no. Iba a Huesca, en verano, Semana Santa y Navidades.  Pude disfrutar el préstamo y el uso de ordenador, a hora reservada.  Empezaba mi actividad bloguera. Era el verano del 2006. Mis primeros pasos en pantallas. En Barcelona, en los primeros años, tuve carnet de lectora en la Universidad, en la Biblioteca de la calle El Carmen. Posteriormente, en mi barrio, Sagrada Familia, un carnet que conservo. Al venir a Vigo, el de Galicia. Ahora disfruto del préstamo digital. Es una gozada. Mi oficio. Maestra ha enriquecido mi vida. En mis primeros años, compraba libros para llevar al aula. Posteriormente se mejoró el tema. Pudimos contar con recursos para tenerlos. Presentaba cada uno de los libros. Me los leía previamente. Leer era una actividad de plenitud. Los libros que me rodean han sido encuentros y buscados. Los teng...

A golpes

  A golpes. Así nos someten. Nos arañan en el cuerpo y en la mente. Quieren esclavas. No se valen. Las fortalezas les faltan. Lo peor es que tienen cómplices que les bailan el agua, creídas de ser más bajo su sombra. Nuestra presencia en la vida es utilidad para un sistema de desigualdad. Nada que llevarse al plato si no te dan trabajo, si no te puedes mover en su plano de realidad. Papel secundario sin voz. Arrancadas de una realidad propia. Encerradas. Enmudecidas. Golpeadas. Masacradas. Utilizadas. Nos quieren para que les mezamos y alaguemos. No nos quieren. No nos aprecian. Les estorba nuestras capacidades y autonomía. Les ofende.

Adicciones

Me enfadé. Me descolocó. Me sentí vulnerable. Lo que quiero resaltar al respecto es que meterse en ese infierno de adicciones conociendo y sabiendo es una decisión tomada. Es querer salir de una realidad y un presente que se rechaza. Hablé de mi pasado de alcohol. De cómo me alejé de ello y que nunca volvería a ese agujero negro. Mi cuerpo pagó el precio. Lo paga. Era joven. Estaba en esos veintitantos. Era una existencia amarga. Mis pensamientos suicidas nunca fueron acto. Pensaba en el daño que podía hacerle a mi madre. En el 82 renací. Me sentí ubicada. Pasé al mundo entre mujeres. Empecé a conocer mi deseo y pasión a otro nivel.

Amar

  El olor. El tacto. La piel. La luz en un encuentro único que cumple la razón de la existencia. Si se vive con amor se estabiliza y acumula. Si es instante y momento pasajero aporta al cuerpo. Se vuelva o no, el ritual será otro. Distinto. Si quedamos un tiempo nos iremos fusionando y despegando. Llegar al amor tiene muchos caminos. La admiración. El goce de estar y disfrutar. Compartir universos similares o distintos. Sentirse dentro. Sentir y vivir. El recuerdo va mermando sensaciones y aportando emociones. Sin ti no hay luz. Sin ti no es vivir. La soledad infinita de no volver a puerto. Mi destino a la vuelta del tiempo que ha de venir.

Cimientos

  Busqué los cimientos. Me metí dentro. Escapé. Salí corriendo. Ponzoña del tiempo. Único momento.

Nosotras

  La sumisión forzada, no aprendida. Exigida en un contexto de amo y esclava. Sometida bajo el brazo de la fuerza opresiva y las leyes regresivas. Nosotras no seremos alguien mientras haya otras en mundos de silencio reprimidas.

Uniforme infantil

  Fui una lectora precoz, pero no puedo reconstruir ese tiempo en que otras niñas, porque eran niñas, en el colegio de monjas, seguramente estaban en proceso prelector. Puedo recordar que no encajaba, que se remarcaba una escritura inmadura y se me castigaba, diciendo que me distraía. En esos recuerdos hay una masa informe de pasillos, patio de juegos con árboles, a los que parece osaba encaramarme. Hay una fotografía con uniforme. El segundo. El primero fue negro.

Parasitamos

  Parasitamos. Sí. Lo hacemos huyendo de la mediocre existencia que supone amanecer y empezar a andar, siguiendo rutinas de monótona realidad. Nos alimentamos de voces manidas y ecos en pantallas llenas de egos vacíos que buscan aprobación que sus espejos no les dan.

Me conformo

  Me conformé con poco. Nada menos. Subsistir. Vivir un rumbo de luces y sombras. Morir y renacer tantas veces como fue posible. Desgarrar y apiazar mi alma. Construir en mi propia mirada, con el recelo ante la crítica de un mundo habitado por modelos que no me ajustaban. No era éxito. No era ser alguien. Era y es ser yo, esencia de un mí irrepetible y efímero, inventable con elementos de retales inencajables.